La felicidad

Llega diciembre, el mes del turrón, la zambomba, los villancicos y los excesos en la dieta.No voy a hablaros esta vez de salud física ni voy a extenderme en los inconvenientes de tan copiosas comidas. La navidad, el fin del año es un momento en el que el ser humano hace balance de lo que es, lo que ha sido y lo que será, pero en términos sobre todo de felicidad. Por lo tanto hoy hablaremos de salud mental, y no la entendida como la ausencia de trastornos, sino que va más allá: para ser feliz, dice esta sociedad hedonista, no sólo hay que estar libre de cualquier enfermedad, aguda o crónica, debemos alcanzar el nirvana budista o el valhalla nórdico a través de innumerables objetivos vitales de autorrealización personal, sentirse completo, lleno, con ‘to pagao’: salud, dinero y amor. Estos días hojeo un libro que me regaló uno de los principales investigadores sobre felicidad en el mundo, Alan Carr, cuando lo visité en la Universidad UCD de Dublín. En su libro habla de Psicología Positiva, y define las emociones positivas con una clasificación que hizo el fundador de la psicología moderna del bienestar Martin Seligman, ordenándolas cual fantasmas navideños de Dickens en emociones de pasado, presente y futuro. Las emociones positivas asociadas con el pasado son serenidad, orgullo y satisfacción. Las del futuro, optimismo, confianza, fe y esperanza. Y si nos centramos en el presente, aparte de sensaciones que vienen momentáneamente de los sentidos, habla de las grandes gratificaciones, que siempre vienen de actividades en las que usamos habilidades personales en las que somos únicos, en las que sobresalimos o se nos dan bien. Puesto que ni el pasado ni el futuro existen, amigo lector, he aquí la verdadera clave de la felicidad.

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